Entrevista a Julieta Lasarte

Nieta de la mítica Mary Santpere, figura fundamental de la comedia española, Julieta Lasarte tenía claro, desde que empezó a trastear con una cámara, que, algún día, rodaría un documental sobre ella. La Casa Oberta, distribuido por Freak,es el resultado de esa voluntad, una historia que comenzó como una instalación audiovisual para transformarse en un cortometraje en el que las grabaciones caseras de las décadas pasadas se superponen con otras filmadas hoy. «Una reconstrucción imaginaria» y «un intento de reunir de nuevo a la familia» que, tras competir en festivales de Asia y Europa, tendrá su estreno nacional en la sección Tiempo de Historia de la 68 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).  

  • Llegas por primera vez a la Seminci con el corto La Casa Oberta, que compite en Tiempo de Historia, sección en la que, en su apartado de largos, proyecta las últimas obras de cineastas consagrados como Wang Bing o Kleber Mendonça Filho. ¿Qué supone para ti desembarcar en este festival?

Para mí es una alegría inmensa hacer la Premiere Nacional en un festival como Seminci. Es un festival que sigo desde hace años, tiene un gran prestigio a nivel internacional por la presencia del cine de autor, así que es un honor proyectar mi cortometraje en una programación tan increíble y al lado de cineastas a los que admiro. Hacer películas no es fácil, y cuando se trata de un documental personal todavía se complica más, siempre hay dudas de si estará bien, si emocionará… y que te seleccionen en festivales de este nivel supone una carga de confianza que anima mucho a seguir trabajando. 

  • ¿Cuál fue el germen de la película? ¿Cómo se desarrolló el proceso de creación y montaje?

El germen de esta película fue la cantidad de archivo familiar del que disponía. Sobre todo, archivo de mi abuela, Mary Santpere. Ella fue una actriz cómica muy polifacética, hizo de todo; teatro, cine, televisión, radio, circo… Desde que empecé a estudiar cine sabía que algún día haría un documental sobre ella. Se han hecho algunos, pero todos desde una visión de reportaje sobre su vida artística. Yo quería hacer algo diferente. Por este motivo empecé a recopilar todo el material inédito sobre ella, material de archivo doméstico familiar. Cuando digitalicé las bobinas de 8mm que grababa mi abuelo quedé impresionada. Son imágenes hermosas, muy bien expuestas y muy bien rodadas, nada propias del cine amateur. En este proceso descubrí a mi abuelo a quien prácticamente no conocí ya que falleció cuando yo tenía tres años. Conocí su faceta más artística a través de sus grabaciones. 

En ese momento sentí que podía haber una película detrás de todas esas imágenes y decidí estudiar un máster de documental en la EICTV, en Cuba. Era el lugar perfecto para desconectar y tener el tiempo necesario para sumergirme en ese viaje personal y creativo. Volví con un prólogo de un largometraje, me seleccionaron en el DocsBarcelona para hacer el laboratorio de proyecto en desarrollo, y seguí dándole vueltas a la película. Después del lab, quizás porque no estaba preparada a nivel personal para exponerme y exponer a mi familia, o quizás sentía una falta de confianza como directora… lo dejé en pausa. Un año más tarde, fruto de un ejercicio que hice sobre la memoria, en el que recopilaba todas las imágenes familiares que sucedían en un mismo espacio, la casa familiar en el pueblo de Cadaqués, desarrollé la idea de una videoinstalación. La llevé a cabo en la residencia artística AADK, en Murcia. Una noche, rodeada de la videoinstalación, escribí la escaleta de este corto documental titulado “La Casa Oberta”. 

Por lo tanto, podría decir que el proceso de creación fue largo y a la vez muy enriquecedor. Me parece muy bonito ver cómo el mismo proyecto se ha ido transformando y ha ido evolucionando conmigo. 

El proceso de montaje fue igual de largo, ya que durante todo este tiempo en que la idea se fue transformando no he dejado de expllorar diferentes significados con el material. También debo decir, que no habría sido posible avanzar sin la ayuda de grandes amig@s y cineastas, ya que durante procesos tan personales en muchos momentos pierdes la perspectiva y no ves con claridad. Desde el inicio el asesoramiento de Violena Ampudia ha sido muy impoortante y en el proceso de edición he contado con dos grandes editores y amig@s; Ana Pfaff y Juan Soto, que sin ellos no habría llegado a este punto. 

  • En algunos de tus anteriores trabajos, has apostado también por la grabación en 16 milímetros. ¿Qué te aporta el celuloide para preferirlo a la imagen digital?

En el caso concreto de “La Casa Oberta” escogí el celuloide por dos razones. La primera va ligada a la idea de reflexionar sobre el tiempo. Siempre quise crear una trama y una atmósfera atemporal. Para ello, lo que yo iba a rodar en el tiempo presente debía cuajar bien con el material de archivo rodado por mi abuelo, que en este caso era 8mm regular (Doble 8). Como ya no venden películas de 8mm, decidí rodarlo en 16mm, ya que es lo que más se parecía. Si lo hubiera rodado en digital, el formato en sí habría sido una barrera formal, habría delatado los tiempos al espectador de una manera muy clara, solamente por la estética visual a la que asociamos los formatos. De todas formas, en la parte más experimental de la película, mezclo todo tipo de formatos, tanto fímicos (8mm, Super 8 y 16mm) como digitales (VHS, Video 8, Mini DV, móvil y HD). 

La segunda razón va ligada a la idea de reflexionar sobre la memoria. En este sentido el celuloide me permitía grabar capas y capas una encima de la otra. Rebobinado la película y grabando encima una y otra vez, hasta treinta veces en el mismo plano. 

Supongo que mis anteriores trabajos han supuesto una fase de experimentación que han culminado en este último proyecto. Durante todo este proceso de creación me he ido formando y he ido jugando con el celuloide. Empecé en la escuela de Cuba, haciendo un taller de cine experimental con Philip Hoffman en el que revelábamos nosotros mismos y aprendíamos técnicas para revelar sin químicos (por ejemplo, con vino, con café, con flores…), eso me fascinó y a partir de ese momento no paré de investigar el material fílmico. 

El celuloide tiene algo mágico, tanto en su textura como en la experimentación durante el proceso de revelado. Me compré una cámara Bólex de 16mm y trato de utilizarla en casi todos mis proyectos personales porque estoy en constante aprendizaje. Pero, aun así, el formato digital tiene infinidad de posibilidades y he trabajado con él en otros proyectos. Creo que no hay que priorizar la estética frente a la idea, sino saber escoger el formato que mejor se adecua a la idea que se quiere transmitir. 

  • Defines La Casa Oberta como una «reconstrucción imaginaria» y «un intento de reunir de nuevo a la familia». Ese cruce entre realidad y ficción parece ganar fuerza en el documental contemporáneo. ¿Crees que el futuro del género documental pasa por ahí? ¿Qué papel consideras que juega el cine en la memoria y los recuerdos?

Creo que el documental y el cine en general están en constante evolución. Eso lleva a los cineastas a una constante búsqueda y experimentación. Por este motivo desde hace años que se están fusionando los géneros: documentales que se cruzan con la ficción o ficciones que están rodadas con los códigos del documental. A mí, personalmente, me parece interesantísimo, son híbridos que te llevan a reflexionar. Poder coger ideas de un género y aplicárselo a otro es realmente creativo. Creo que el futuro en el cine está en seguir investigando.

Los recuerdos y la memoria son temas recurrentes en las artes ya que de una forma u otra nos afectan a tod@s en mayor o menor medida. Son temáticas que generan una constate reflexión y que estimulan un interesante debate. Cuando hablamos del género documental que utiliza imágenes de archivo o imágenes de cine doméstico, hablamos de un cine que apela a la memoria. En mi caso en concreto a la memoria familiar. Me fascina cuando al found footage (metraje encontrado) o al cine doméstico, se le saca de su contexto original (para el que fue creado) para añadirle nuevos significados. Es entonces cuando se convierte en cine. 

  • ¿Cuáles han sido tus referentes a la hora de afrontar La Casa Oberta

Pues la verdad que han sido muchos. Empezaría mencionando a Alan Berliner, Péter Forgács y Jonas Mekas. El uso que hacen del material de archivo es realmente brillante. También Naomi Kawase, por su manera tan particular de explorar la familia y lo íntimo en el cine. 

Pero el verdadero referente para este cortometraje fue un libro, que me inspiró también para el título: “La Casa Abierta: El cine doméstico y sus reciclajes reutilizados” de Efrén Cuevas. Fue mi libro de cabecera durante años, en él se estudia el cine doméstico tanto en su dimensión propia como en su reciclaje en el cine documental y experimental contemporáneo. La mayoría de las películas que ahí mencionan me inspiraron. 

  • El recorrido por distintos certámenes es fundamental para la visibilidad de un cortometraje. ¿Cómo valoras el papel de la Agencia Freak, con la que ya trabajaste en tu anterior corto —Perdices (2022)—, en la distribución de La Casa Oberta?   

La verdad es que yo sabía muy poco de distribución. Al ser la última etapa del proceso quizás es lo último de lo que me preocupé. Ahora me doy cuenta de lo importante que es hacer una buena distribución. En el caso de los cortometrajes todavía más, tienen una vida muy corta, unos dos años a lo sumo, en los cuales el objetivo es recorrer buenos festivales o cuantos más mejor. Para eso hay que hacer una estrategia y estar bien asesorado, porque cada corto tiene su propio recorrido. Hay que pensar bien en qué festivales encaja cada película. La productora ejecutiva del primer cortometraje que dirigí, “Perdices”, tenía clarísimo que Agencia Freak era la primera opción. A mí me pareció genial ya que es una de las distribuidoras de cortometrajes más importantes de España. Aceptaron distribuirnos el corto e hicieron un trabajo increíble. Y tuve la oportunidad de descubrir a grandes profesionales del cine y mejores personas. En cuanto terminé “La Casa Oberta” no dudé en volver a colaborar con ellos. Estoy encantada de la estrategia y el recorrido que está llevando el corto. El estreno mundial fue en el festival de Busan, en Corea del Sur. Luego estuvimos en el festival de Drama en Grecia donde me dieron el premio a mejor dirección y ahora la Premiere Nacional en Seminci. Sin duda, estamos muy content@s y agradecid@s, esperamos que vengan muchos más. 

  • ¿Qué proyecto tienes entre manos ahora?

Estoy desarrollando una idea para un largometraje de ficción e investigando para un largometraje documental. Como casi siempre los procesos son largos; la escritura, pedir subvenciones, encontrar productora…  lo compagino con pequeñas piezas más experimentales para mantenerme activa rodando. 

  • La última y obligada pregunta. ¿Cuál es esa película que puedes ver una y otra vez sin cansarte nunca?

Siempre me ha parecido muy difícil esta pregunta. No hay una sola. Pero en el contexto de esta entrevista, voy a mencionar un documental que me emocionó y he visto muchas veces; «Svyato» de Viktor Kossakovsky. 

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